Eduardo Álvarez Tuñón: «Hay en la derrota una dignidad que la victoria no tiene»

Tiene casi una docena de trabajos publicados entre poesía, cuentos y novelas. El tropiezo del tiempo (Libros del Zorzal/Edhasa), el último de ellos, reúne siete relatos que dan cuenta de un elegante estilo clásico y de su pasión por narrar historias fascinantes.

Por una cuestión práctica, tal vez por comodidad, la humanidad se empecina desde siempre en separar las cosas, en buscar marcas que distingan a una de otra e inventar etiquetas que las definan. En virtud de eso, por ejemplo, no es lo mismo la era mesozoica que la paleozoica ni una sinfonía que un concierto, como tampoco son lo mismo en matemática un axioma y un teorema. En la literatura argentina reciente, por ejemplo, existe la galaxia Aira, que tiene su centro en César pero en torno a quien giran un montón de asteroides que miran para otra parte, para no tener que reconocer su condición satelital. Existieron el realismo delirante, que se murió con Alberto Laiseca, o las metanovelas de Ricardo Piglia, que en la superficie narraban una historia policial pero que en el fondo discutían el canon de la propia literatura argentina. Están los que escriben crónicas, los que construyen versiones encubiertas de sí mismos o los que ahora descubrieron el realismo sucio, que ya fue inventado unas diez o doce veces antes. Y también está Eduardo Álvarez Tuñón, un problema para los rotuladores seriales. Poeta, novelista, cuentista y ex juez de la Nación, Álvarez Tuñón tiene por lo menos una docena de libros publicados. Pese a ello, su nombre no se encuentra dentro de la lista que suelen publicar los suplementos de cultura de los diarios ni su estampa es de las que se repiten cada dos o tres años en las tapas de las revistas literarias. Se trata en cambio de un escritor sobre los márgenes, aunque las causas para ello son poco claras. No es que el autor se propusiera de forma deliberada ascender al Olimpo de los herméticos ni al de los iluminados, ni que se haya empecinado en convertirse en uno de los malditos. No. El motivo parece más simple: se puede decir que Álvarez Tuñón es un clásico. Eso es lo que permiten concluir los siete cuentos que integran su último trabajo, El tropiezo del tiempo, publicado en conjunto por las editoriales Libros del Zorzal y Edhasa. Son esos textos los que dan cuenta de un narrador que elige mantenerse fiel a las reglas de una literatura que le da más importancia a los hechos concretos que a las percepciones subjetivas, abordados por un narrador más preocupado por los personajes que por sí mismo y que, en consecuencia, pone al relato por encima del autor. Álvarez Tuñón no parece escribir para alimentar un ego voraz, sino que busca contagiar al lector esa pasión que lo ha obligado a contar estas historias. Sobrino nieto del poeta Raúl González Tuñón, escritor que integró la generación de Jorge Luis Borges, Álvarez Tuñón es generoso en historias. Entre ellas está la de un violinista que al desafinar de forma deliberada cambia el destino de una guerra; la de un joven aspirante a escritor que solo consigue trabajo cuidando a un viejo que le hará descubrir los secretos de la noche barcelonesa (y de la vida, por carácter transitivo); la de dos inmigrantes que se casan para poder desembarcar en Buenos Aires a principios del siglo XX, pero que recién se conocerán varios años después; o la de tres adolescentes que avanzan junto al ejército republicano rumbo a Madrid, pero que no tienen forma de saber que en realidad se dirigen hacia el final de su inocencia y más allá.

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Fuente original: Tiempo Argentino

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