Ivan Jablonka, del horror a una obra luminosa sobre la infancia: “Las ciencias sociales nos permiten escapar del narcisismo de nuestras pequeñas existencias”

Después del éxito mundial de “Laëtitia o el fin de los hombres”, la reconstrucción del violento femicidio de una joven que conmovió a Francia, el escritor recupera una historia familiar sobre sus vacaciones en la década del ’80 en su nuevo libro, “En camping-car”. En diálogo con Infobae Cultura, analizó el proceso de escritura de esta suerte de ensayo sociológico y cultural sobre Europa, la infancia y las huellas de la Segunda Guerra Mundial

“La historia tiene la virtud y el inconveniente de arrebatarnos del presente, de nuestro solipsismo, de nuestra ‘modernidad’, orgullosa soledad de hombres en proa del tiempo”, escribe Ivan Jablonka en su reciente En camping-car (Anagrama-Libros del Zorzal, 2019).

Después de una crónica desgarradora como Laëtitia o el fin de los hombres, donde reconstruía el violento femicidio de una joven de 18 años que shockeó a Francia en 2011, el historiador utilizó las herramientas que más conoce para refugiarse en su pasado y en su mundo personal e intentar un ensayo sobre la niñez, pero también sobre las huellas que dejó la Segunda Guerra Mundial. En ese proceso de corrimiento, de arrebato del hoy, el escritor logra a la vez mostrar una Europa que se parece —como el tiempo de la narración, la infancia— a un paraíso perdido.

A lo largo de pequeños fragmentos/capítulos, el investigador —que es profesor de Historia en la Universidad París XIII y ya se había sumergido en las profundidades de su pasado familiar en otro libro, Historia de los abuelos que no tuve— invita a los lectores a recorrer con él los países que visitó de niño durante sus vacaciones atravesando fronteras. Lo hacía, junto a toda su familia de una manera muy particular: arriba de una especie de caravana (el camping-car del título) durante semanas en las que un pequeño niño criado en un departamento parisino se corría del presente y se vinculaba con la naturaleza, con vestigios de viejas civilizaciones, con otras lenguas y también con la escritura, mientras narraba en sus diarios personales aquellos viajes iniciáticos.

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Fuente original: Infobae

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