«Paredes de aire», los cuentos de Marcelo Burello

Especialista en teoría literaria, literaturas alemana y norteamericana, y traductor, Marcelo Burello debuta en la narrativa con el libro Paredes de aire, un conjunto de cuentos compactos que se alejan del realismo pero mantienen un equilibrado uso del artificio.

Escribir un cuento puede ser una proeza narrativa aferrada a la nada o una forma de documentar la verdad. Son las dos opciones que tenemos. Hay momentos de la literatura argentina en donde se impone lo primero, hay momentos en donde se impone lo segundo y hay momentos en donde los dos registros se mezclan hasta el punto en que nos sabemos muy bien en dónde estamos parados. Podemos citar a los mejores narradores de ese formato breve que es el cuento en uno y otro extremo. Dejado de lado a Borges, que a veces es tan inmediato mencionarlo que se vuelve una manera de no decir nada, podemos poner en la línea de los cuentistas más apegados a cierta idea del argumento inventado, que toman lo necesario de la mímesis para hacer cualquier otra cosa y sorprender con historias, a Manuel Mujica Láinez, Samanta Schweblin, Mariana Enríquez o Tomás Downey. Del otro lado, en la línea de aquellos escritores más apegados al realismo, incluso, tendientes a cierta lógica alegórica, podrían colocarse a Esteban Echeverría, incluso los cuentos policiales de Rodolfo Walsh y hasta los desplantes realistas apoyados en los diálogos y las frases aporteñadas de los relatos de Jorge Asís. Pero es claro, no hay una fórmula, una sola manera de escribir un cuento, y a veces, los mejores relatos no entran con comodidad en ninguno de estos recortes arbitrarios. La mejor prueba de ello es el primer libro de cuentos de Marcelo G. Burello, docente y traductor vinculado a la academia que acaba de sacar Paredes de aire, en cuyos relatos pasamos por todos los climas y todas las geografías sólo para poder quedarnos con lo que realmente importa: la sensación de haber suspendido nuestro entorno por un momento para meternos en el centro mismo de un relato cautivante.

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Fuente original: Página 12

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