“De todos los pueblos de la Galia, el belga es el más valiente”
Julio César, Las Guerras de las Galias.
“¿¡¿De vacaciones?!? ¡Envían a los romanos de vacaciones aquí!”, exclama Abraracurcix estallando en mil gritos. Es que el jefe de la aldea de los irreductibles no puede tolerar que los legionarios romanos prefieran realizar el servicio en los campamentos fortificados que rodean a su pueblo, o incluso que opten placenteramente por los tortazos de Obelix, antes que volver a la tierra donde viven los valientes y bravos belgas.
Con su honor herido, Abraracurcix decide partir a Bélgica, escoltado por Asterix, Obelix e Idefix, con el fin de darles una gran lección a sus habitantes y al mismísimo César, para demostrar que los galos – en otras palabras, él mismo y sus guerreros- son los más valientes de todos.
Asterix en Bélgica fue publicado originalmente durante 1977 en entregas periódicas en la revista semanal francesa Le Pelerin, siendo compilado en álbum por editorial Dargaud recién en 1979, con una tirada inicial de 1.500.000 ejemplares, ¡un nuevo récord para la obra de René Goscinny y Albert Uderzo!
En esta nueva aventura alejada de la aldea se observan muchos guiños a la cultura belga: aparece personificado el famoso Manneken Pis; se le rinde un homenaje al creador de Tintin, Hergé, a través de sus personajes Hernández y Fernández; se emula el estilo pictórico de Pieter Brueghel el Viejo en una mítica ilustración de página completa; la cantante Annie Cordy es la inspiración visual de Albert Uderzo para darle vida gráfica a Anodina; entre otros.
Este álbum no sólo marca el final de las ediciones de las aventuras de Asterix por parte de la editorial Dargaud, sino que además ha sido el último episodio escrito por Goscinny. El 5 de noviembre de 1977 fallece sorpresivamente el mítico guionista, a causas de una falla cardíaca en un examen médico. Uderzo, que se encontraba dibujando esta historia belga al momento del trágico suceso, decide comenzar a ambientar las escenas en un clima nublado, con un cielo plomizo y los personajes en colores semi-agrisados, en clara señal de tristeza. Y al mismo tiempo le realiza un pequeño homenaje a su amigo en la última viñeta, en el clásico banquete final, donde vemos a un conejito que camina cabizbajo y mirando triste hacia el lector.
Goscinny falleció con tan sólo 51 años de edad, de los cuales vivió 17 años en Argentina, 5 en Estados Unidos y 29 en Francia… El destino quiso que partiera muy joven, dejando a los lectores sin la posibilidad de leer nunca más una nueva aventura del galo salida de su pluma. Aún así, su talento y su espíritu cobran vida cada vez que abrimos las páginas de alguna de sus obras.