Neuros Aires, reseña de Aitor Romero Ortega

Al final de su libro Marc Caellas se sirve de la voz de Salvador Pániker para afirmar que uno no tiene que acomodarse al tema, sino al revés, es el tema el que tiene que acomodarse a uno. Esa frase que cierra el libro, a modo casi de corolario o iluminación, me ha recordado a otra de Jean Genet en la que se dice que el artista no debe contar la vida tal y como la ha vivido, sino más bien vivirla tal y como la va a contar. Se trata de una idea clásica de la vanguardia: la vieja aspiración de convertir en material artístico la propia vida, hasta alcanzar ese ideal en que autor y obra sean una misma cosa. Y en esa pelea por ser absolutamente moderno y reinventar el amor está de alguna forma enredado Marc Caellas, un hombre de teatro, perfomer literario y flanêur, un escritor felizmente anómalo, que parece reunir en su forma de entender la vida y la escritura la misma actitud desprendida de esa ya mítica sociedad Shandy, de cuya existencia tuvimos por primera vez noticia en Historia abreviada de la literatura portátil, del muy admirado, también por Caellas, Enrique Vila-Matas.

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Fuente original: Lee algo

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