Stella Bruno nos coloca ante un inframundo, un recorte –un oculto rincón, un recoveco tenebroso del universo que sirve como representación de un todo– que va mostrando sin tapujos las grietas, las vías y las zonas oscuras de la demolición de lo humano. Una obra que presenta un verdadero juego para armar, en el que van apareciendo personajes difícilmente olvidables (el Rengo, los Canitas, Isabel, María, entre otros); cada uno a su manera despierta en la imaginación del lector asociaciones fuertes con la realidad. La casona es el centro de un lugar que puede ser cualquier lugar aplastado bajo la fuerza del autoritarismo, la tortura, la brutalidad, la perversión, la vejación y un accionar patológico que se considera eterno e invencible, en un mecanismo siniestro que, al final, acaba engulléndose a sí mismo. Ataduras nos da un relato que se balancea –en un equilibrio que a veces parece imposible de conseguir ante la crudeza de lo expuesto y la fuerza de la escritura– entre la literatura fantástica y lo perteneciente a una de las páginas más negras de nuestro pasado reciente con una contundencia notable; una historia en la que no faltan personajes que pasan a convertirse en arquetipos metafóricos de infames especímenes de degradada e involucionante humanidad, junto a otros que, aun bajo las circunstancias más adversas, se afanan jugándose y arriesgando hasta el límite la vida en una lucha contra los agentes de la depravación, a favor del amor y la libertad.
Humberto Lobbosco