El término “paciente” es la apócope de “padeciente”. Es decir, el paciente es el que transita un padecimiento, el que recorre la experiencia social de lo vivido humano como enfermo. La relación médico-paciente, como toda relación humana, para que sea enriquecedora debe ser osmótica, de interfecundidad: el que enseña también aprende y el que aprende también enseña. En este proceso, los médicos tienen la erudición pero los pacientes la sabiduría; unos son el “cómo” de la enfermedad, los otros el “por qué”; si los médicos responden al “qué puedo hacer”, los pacientes al “qué debo hacer”. Es un proceso en el que interactúan la fisiopatología y la epistemología.
Para llegar a esta interfecundidad, debe pasarse del interrogatorio (la biología) al escuchatorio (la biografía). Este libro es producto de ese escuchatorio durante cuarenta años, es el testimonio de un especialista que vislumbró un matiz cargado de humanidad: con el interrogatorio, el médico está al lado del enfermo, pero con el escuchatorio, está de su lado. Se trata de avizorar una narrativa, pues lo más importante es que es terapéutica.