Ahora, cuando un progre dice que la Venezuela de Nicolás Maduro no es una dictadura y que en realidad el tema “es más complejo”, nos reímos sin culpa. Pero no siempre fue así. Con su buenismo vacío, su alegada superioridad intelectual y moral, su jerga pretenciosa, estos ideologizadísimos sujetos nos hacían callar la boca y bajar la cabeza.
Un día, por suerte, algo empezó a cambiar.
Y, para que ese cambio ocurriera, ayudaron mucho las gotitas diarias de mordacidad incorrecta de Gustavo Bearverhausen, el @MisOdios de Twitter. Ayudaron mucho desenmascarando la hipocresía y la impostura de estas personas solemnes y sentenciosas. Ayudaron mucho a que hoy las podamos ver convertidas en clichés y en arquetipos burlables (el K de Palermo Soho, por nombrar uno).
Gustavo Bearverhausen abandona la restricción de los 140 caracteres de Twitter y se extiende a través de razonamientos brillantes que recorren la historia argentina, en especial la década kirchnerista, ofreciendo una herramienta imprescindible para el ciudadano de a pie.
El Manual para demoler progresistas reivindica el sentido común de las personas que piensan que no todo es más complejo, y que muchas veces las cosas son lo que parecen. Malcom Gómez